Reencuentros: píldoras de amor a borbotones

Habéis ido alguna vez al aeropuerto o a una estación de trenes, en la época de verano...

Seguramente que sí...

¿No le encontráis nada especial?

Si algún día tenéis ganas, probad lo siguiente, id, respirad y fijaros en la gente, en los que esperan: mirad a los ojos de esas personas que están impacientes por que sus seres queridos, a quienes seguramente hace mucho tiempo que no ven, crucen esas puertas... Fijaros en su expresión corporal, como les brillan los ojos, como se pasean de un lado a otro, y giran la cabeza cada vez que las puertas automáticas se abren... Fijaros en lo que siente vuestro cuerpo, sin pensar sólo observar, cómo un niño que ve por primera vez algo desconocido...

Y al otro lado de la puerta, cabezas erguidas, cuál perrillo de la pradera, buscando... ¿habrán llegado a tiempo? Cansancio e ilusión, tantas historias por contar, tantas ganas de compartir, tantas ganas de sentirse en casa, con los tuyos...

Y de repente, las miradas se cruzan, los ojos se iluminan, una sonrisa se dibuja en los rostros, a un lado y al otro de la valla que separa los que llegan de los que esperan...

Abrazos, fotos, alegría, palabras cariñosas... una muy buena manera de nutrirse de amor a borbotones...

Porque es cuando no tenemos que valoramos... si guardásemos ese cúmulo de emociones, para recordarlas durante nuestra cotidianidad, estoy segura que nos haríamos la vida más fácil tanto a nosotros mismos como a los demás...